Sobre los compromisos comunitarios, abriendo debates sobre formas de hacer
Son tantas las urgencias alas que hay que responder y no tantos los medios ni las personas, que es difícil pararse a pensar aunque haya momentos en que se ve la necesidad de decir algo, de explicar e intentar entender las cosas pues tienen consecuencias y parece que no es importante y si que lo es.
Desde siempre en Barcelona y en muchos lugares surgen diferentes formas de hacer ante problemas y conflictos sociales. Simplificando para que se entienda mejor, a una forma de responder clásica, se le llama la Plataforma, en lenguaje común la sopa de letras. Un sinfin de organizaciones estampan la firma, cada cual con sus razones para hacerse notar o demostrar fuerza. A veces sirve pero normalmente son más las firmas que las voluntades, acciones y personas que se suman. Forman parte más de la vieja política en el sentido de hacerse ver que no en juntar fuerzas y asumir los problemas de raíz, para conseguir estas firmas de gente tan diferentes se han de pactar mínimos más por razones tácticas o de estrategia, sobre todo si están presentes instituciones o grandes organizaciones con lo que no suele servir para mucho.
Por otro lado están las campañas y las acciones sobre la base, en las que las organizaciones tienen menos peso y gana más la lucha diaria común, se abre el espacio a las personas y a los grupos pequeños y lo importante se va construyendo sobre la experiencia. Tiene sus problemas pero siempre abre más posibilidades. No desprecia a las organizaciones como a veces se piensa, sino que ceden protagonismo al movimiento y son más difíciles de rentabilizar, normalmente las instituciones, y organizaciones de orden les incomoda este tipo de actuaciones.
Así ocurre que si no firmas según que manifiestos, quedas fuera aunque no hayas sido consultado y si firmas formas parte de la mayoría, del supuesto compromiso comunitario sin que sientas que sea útil para resolver el problema y lo haces junto a algunas organizaciones y entidades con las que no compartes nada o muy poco.
En el Raval, que es de lo que ahora hablamos pero es extensivo a la mayoría de barrios de Barcelona se producen diariamente estos fenómenos. Es cierto que el clásico, el de la plataforma o sopa de letras va dejando paso, no sin dificultad a nuevas formas de organización y de respuesta que se va organizando, cada vez mejor para afrontar los desahucios, la precariedad, el apoyo mutuo y la solidaridad. Son miles de personas en esta ciudad que tienen un compromiso comunitario dando respuestas, jugándose su comodidad para que no expulsen a las vecinas para que se den alternativas a los problemas de la mayoría sin ganar nada a cambio salvo sentirse mejor y con más fuerza frente auna vida cada vez más difícil y más dura.
Por eso queremos abrir debates y reflexiones para que cada cual defina cuales son sus compromisos comunitarios, su aportación a una sociedad más libre y más justa en el dia a dia. Cada cual que haga lo que considere y que intente hacerlo bien y que asuma sus responsabilidades. Pues el tiempo nos pasará factura a todos para bien y para mal y no son momentos para quedar bien sino para afrontar directamente los graves problemas que nos hacen la vidad imposible a la mayoría y un gran negocio para unos pocos.
Por eso no vale todo ni de cualquier manera. Y para hablar y decir lo que cada cual quiere siempre hay tiempo y espacio para reaccionar y defender nuestros derechos mediante compromisos comunitarios hay que saber quien quiere luchar a su modo y con quien quiere hacerlo. Para eso hay que seguir en ese espacio que se manifiesta continuamente y cada dia de mil maneras diferentes y que no espera a que los de arriba atiendan o reaccionen sino que hace comunidad constantemente. Ese es el que más nos gusta a nosotras y el que queremos defender.
No caeremos en el error de simplicar los problemas y de separarnos entre buenos y malos, entre los nuestros y los otros. Nos conocemos y sabemos de nuestras limitaciones y nuestros aciertos. Iremos actuando pues siempre lo hemos hecho así y será la única manera de defender el barrio y su gente.