Hace un año publicábamos en el blog de El Lokal el artículo Stop desnonaments’, de rentats de cara i protocols inexistents, sobre el papel de los Servicios Sociales en el barrio del Raval y sus estrategias de propaganda. Ante la insistencia de esta institución en generar un falso relato de su función en el barrio y de su torpeza a la hora de hacerlo, respondemos desenmascarando las intenciones, conscientes o no, de su nuevo “proyecto comunitario”, el libro-álbum Jo et cuidaré.
No malgastaremos demasiado espacio en contextualizarlo, se trata simplemente de un cuento ilustrado que relata el desahucio de una familia desde el punto de vista de su hija menor. Se acompaña de una guía de lectura para realizar actividades con grupos y está programado un gran despliegue en escuelas y la biblioteca del Raval para darlo a conocer. El proyecto, como ya se ha dicho, es de la Comissió d’Acompanyament dels Infants, Adolescents i Joves del Raval en situacions de pèrdua d’Habitatge, creada por los Servicios Sociales del Raval Sur, la escritura es de Anna Manso y las ilustraciones de Teresa Herrero, y se ha realizado de la mano de un grupo de familias del barrio que han pasado por procesos de desahucio. Según dice el perfil de Instagram creado para la ocasión, el objetivo es “acompañar a las familias que sufren desahucios en el Raval”.
Durante una lectura en colectivo del cuento, desde la Asamblea Raval Rebel, con más de seis años luchando por la vivienda digna y contra la violencia institucional, fuimos señalando, poco a poco, las distintas violencias que se nos iban desvelando página por página. La lectura más obvia, como pasó con la canción “Stop Desnonaments”, nos revela un Ayuntamiento que se cuelga la medallita haciendo creer que los Servicios Sociales son los buenos de la película, que intentan evitar y parar un desahucio, cuando en la realidad hacen poco más que dar direcciones dónde ir y documentación que aportar.
Lo que es nuevo es la ausencia de la propiedad, un personaje que no aparece en el cuento. De la misma manera se ocultan las causas necesarias para que una familia llegue a un desahucio. Conociendo los límites de extensión que impone el formato del libro-álbum, no deja de asombrar la forma en que construyen el drama sin ningún tipo de contextualización. No hay responsabilidades, dando por hecho que es natural que se eche a la gente de su casa. ¿Los derechos de la infancia? Ni los busques. Quien sí aparece es la BRIMO de los Mossos d’Esquadra que, sin referencia a procesos represivos y con apariencia inofensiva, parecen sonreír tras sus cascos.
Tampoco nos pasa por alto cómo se presentan los colectivos de base que luchamos por la vivienda, mero apoyo emocional y sin un impacto real en la narración. Sorprende la elección de los carteles en la pared y no se trata de un detalle cualquiera: corresponden a la Associació de Veïns del Raval y la convocatoria reaccionaria de Raval Sud, el brazo asociativo vecinal de los partidos políticos que quieren expulsar a las clases trabajadoras del barrio. No puede ser inocente y es preocupante la propaganda de grupos racistas en un cuento de estas características.
El relato acaba en la pensión, haciendo una referencia a una “gente un poco rara” a ojos de la niña, un apunte que abre imaginarios de estigma sobre todas aquellas personas que, por distintas razones, viven en pensiones. Evidentemente el cuento obvia situaciones en que la administración no ofrece ni siquiera una pensión, mandando a familias enteras al albergue del CUESB (Centre d’Urgències i Emergències Socials de Barcelona). Un final que, en pensión o albergue, culmina en la sumisión, el “nos acostumbraremos” en lugar de la lucha por los propios derechos, que se esfuman ante la importancia de estar unidos y querernos mucho.
Y es que el objetivo final del proyecto no es otro que ese. Si tomamos en cuenta que el libro-álbum no es un género infantil sino intergeneracional, podemos entender que lo que se esconde tras Jo et cuidaré es un proyecto de reducción de horizonte de futuro de las familias que viven desahucios. El mensaje, camuflado entre el discurso fácil neoliberal de la educación emocional en la infancia, es claro: preparaos porque la historia de vuestra familia solo tiene un final, la pensión. Un cuento y una guía de lectura que conforma un programa educativo para la obediencia, para facilitar la labor de los Servicios Sociales, acelerando los procesos de desahucio y evitar las resistencias. Sin ir más lejos, las preguntas del dosier pedagógico que acompañan el cuento, y que son las que se espera que dinamicen las actividades en escuelas y bibliotecas, no hacen más que prefigurarles el futuro a las familias de nuestro barrio: “Si haguessis d’empaquetar les teves coses, què és el primer que t’emportaries?”
Desde Raval Rebel decimos no. Nos negamos a creer sus mentiras, su relato único y predeterminado de la realidad. Nos negamos porque lo hemos vivido una y otra vez: nuestra historia la escribimos nosotros y es mediante la resistencia y la lucha colectiva que rompemos los moldes en los que la administración nos quiere encerrar. Jo et cuidaré tiene muchos finales posibles, nosotros seguiremos luchando por quedarnos en nuestras casas y por no ser expulsadas del barrio con el “acompañamiento” de Servicios Sociales.
Asamblea Raval Rebel
No me cuentes cuentos fue un encuentro realizado el 13 de marzo de 2024 como parte de la lucha contra el desahucio de Mohamed y su familia a manos de fondo de inversión israelí Galil Capital. Propusimos un taller de arte y apropiacionismo a partir del cuento Jo et cuidaré de los Servicios Sociales del Raval Sur entorno a la infancia y los desahucios. ¿Qué no explica el cuento? ¿Cómo representamos la violencia institucional? ¿Cómo avanzamos hacia una comunidad educativa organizada contra los desahucios? Este texto es fruto de la escritura colectiva en ese encuentro.
Los fondos de inversión inmobiliaria israelís son una pieza cada vez más importante en la explotación que viven nuestros barrios y la expulsión de sus vecines. Se trata de inversores que compran fincas enteras para reformarlas y obtener así el máximo beneficio económico, destinándolos al alquiler de temporada o sencillamente subiendo los precios hasta cifras inasumibles. No son pocas las firmas que conforman este conjunto de fondos que, de distintas maneras, están conectados o forman parte de las élites económicas de Israel.
Después de siete años como vecinas de Carrer Unió 28, Mohamed, Sumaiya y sus dos hijos fueron desahuciados de su casa la mañana del 26 de abril del 2024. La propiedad que las echó es el fondo de inversión israelí Galil Capital RE Spain SOCIMI S.A., especulador inmobiliario con más de cien viviendas en Barcelona. El principal inversor de Galil es Gil Shwed, fundador de la empresa de ciberseguridad Check Point y una de las personas más ricas de Israel, con un patrimonio de 4.400 millones de dólares. Sirvió en la Unidad 8200 de inteligencia militar de Israel y está en un consorcio con Israel Aerospace Industries, el principal productor de armas para el ejército israelí. El director de Galil es Jerry Z. Mandel, autor de The Complete Guide to Real Estate Investment Sponsorship, y su abogado es Alberto Antolí, autor de la ponencia Del milagro de Israel a la inversión inmobiliaria en España, donde vincula el “milagro” de la creación del estado colonial y de apartheid de Israel con el “milagro” de la inversión inmobiliaria en España. Un milagro que nos lleva hoy y tantas otras veces a situaciones como las de Mohamed.
Antes de 2019, Mohamed y su familia pagaban 700 euros al mes, luego la propiedad les impuso un nuevo contrato a 900 euros, que luego ascendió a 1.024 euros. Aunque intentaron negociar las condiciones del contrato, siempre pagaron el alquiler en base a sus posibilidades, y en 2023 la propiedad le interpuso una demanda por impago, teniendo que enfrentar y resistir tres intentos de desahucio. Sospechamos que el objetivo de la propiedad era echar a la familia de Mohamed y Sumaiya para poner su piso en alquiler de temporada. La finca tiene un expediente abierto por operar pisos turísticos sin licencia, otra forma de especulación y expulsión de vecinas y en la actualidad hay un piso gestionado por una empresa de subalquiler de temporada por habitaciones.
Desde Raval Rebel intentamos negociar un contrato de alquiler social, al que estaban obligados por ser grandes tenedores de vivienda. Pese a esto, Galil rechazó siempre cualquier posibilidad de negociación, cerrándose también a participar en la propuesta del Ayuntamiento de acogerse al programa “Reallotgem” de la Generalitat. Pusimos una denuncia a la Agencia Catalana de Consumo por violar la Ley 24/2015 al negarse a ofrecer alquiler social. También apelamos a la ONU, en cuanto el desahucio violaba derechos humanos universales. Aunque la ONU pidiera una suspensión cautelar para poder estudiar el caso, Galil siguió adelante con el vistobueno del juzgado.
La mañana del desahucio, el 26 de abril, no pasaron por alto el papel de tantos agentes del lado de la propiedad: una administración que le permite saltarse la ley y actúa siempre de forma reactiva a última hora, un juzgado que no atiende a derechos y a la situación real de la familia unos Mossos d’Esquadra que no dudan en aplicar su fuerza en favor de las élites israelíes.
De hecho, la actuación policial fue de alto nivel represivo, siguiendo la lógica de persecución a las acciones por Palestina. No solo agredieron e identificaron a aquellas que resistieron en la puerta, sino que además las cachearon, preguntando si llevaban armas, aparte de las identificaciones arbitrarias a personas que asistieron a la concentración pero que decidieron no resistir en la puerta.
Desde el día del lanzamiento, Mohamed, Sumaiya y su familia hubieran debido tener garantizada una alternativa habitacional temporal en espera que se les concediera el piso de la Mesa de emergencia por el que siguen en lista de espera desde hace ya años. Pero no fue así, los Servicios Sociales del Raval Sur les negaron un alojamiento que cumpliera unas condiciones necesarias para la familia: el acceso a una cocina, indispensable debido a problemas de salud de la hija menor. Con el pretexto de la externalización a una empresa privada de la gestión de las alternativas habitacionales se incumplía de manera flagrante la obligación legal de realojo. La administración no debería situarse como si fuera una mera intermediaria con una empresa privada, y debe cumplir de manera inmediata el requisito de un realojo en
condiciones dignas.
Desde el día del desahucio, por lo contrario, se ofrecieron, en el siguiente orden: primero, nada; luego un alojamiento en el CUESB (Centre d’Urgències i Emergències Socials de Barcelona, un albergue nocturno de emergencia abierto solo por las noches —de 20h a 8h— que condena a las familias a pasar todo el día en la calle); después, alojamiento en una habitación sin cocina en Cerdanyola del Vallés, estando los menores escolarizados en el Raval.
Mientras Servicios Sociales dejaba desamparada a la familia de Mohamed y Sumaiya, difundía en escuelas y bibliotecas el cuento infantil Jo et cuidaré, en el que la institución aparece como un protector que proporciona una pensión a niños afectados por el desahucio. Todo esto, con la mezcla de menosprecio y desinterés que caracteriza a la institución asistencial del barrio: premiando la obediencia, castigando la resistencia y politización de los problemas.
El día 9 de mayo, tras mucha presión por parte de la Asamblea Raval Rebel, una asistenta les ofreció un alojamiento en un piso puente de Socio Habitatge. Mohamed y Sumaiya accedieron y a fecha de hoy los cuatro comparten la vivienda con dos unidades familiares más.
La lucha sigue.
Asamblea Raval Rebel