Como tantas otras veces en las que ve amenazado su dominio. Como tantas otras veces en las que necesita criminalizar la disidencia. Como tantas otras veces en las que necesita demostrar quien manda y quien debe obedecer. La fuerza del estado se manifiesta con su crudeza, con su brutalidad y con su impunidad. Y lo hace por que no sabe hacerlo de otra manera, porque no soporta la desobediencia, porque no soporta que se le ponga en cuestión, porque no puede admitir la rebeldía, solo el imperio del orden y la ley.

Hasta ahora todo su arsenal de violencia no ha hecho más que hacer crecer la autoorganización y la respuesta de la gente. Las ansias de libertad no caben en sus leyes, no pueden admitir que cunda el ejemplo. Y hay que tener cuidado, hay que ser muy justo pues nos jugamos mucho, nos jugamos la libertad y la posibilidad de poner en cuestión un régimen autoritario. Hay que poner por encima los intereses comunes por delante de los partidarios, de las opciones de poder y hay que poner las libertades de todos, sin perder por eso la autonomía de las luchas. Para todos todo.

Sabemos que no es fácil, quizás sea un sueño, no compartido por la mayoría, el sueño de las rebeldías, de construir en común nuestro presente, aquí y en todos los lugares pero hay que intentarlo hasta donde se pueda. Responsabilizandonos de nuestras acciones, de nuestras vidas, sin delegarlas en políticos profesionales, respetando a nuestros iguales, sin ceder frente a los que quieren eliminar las posibilidades de libertad. Es, ha sido y será nuestra lucha.