Ciudad Futura. Este nuevo proyecto incluirá no sólo retomar la construcción del aeropuerto suspendido con la anulación de los decretos de expropiación en 2002, sino también proyectos inmobiliarios e industriales que abarcarán unas 15 mil hectáreas en la ribera del lago de Texcoco.
Las voces de los habitantes de Atenco se dejan escuchar ahora a través de las redes sociales, convirtiéndose nuevamente en la conciencia crítica de nuestra sociedad ante un desarrollismo depredador que pretende imponerse en nombre del progreso
. El triunfo del Frente en agosto de 2002, cuando se logró la cancelación del proyecto, convirtió a los habitantes de Atenco en un símbolo de resistencia ante los embates de la globalización. Las marchas ordenadas de campesinos con sus machetes al aire, empezaron a acompañar las luchas de resistencia a la desposesión en muchas otras regiones del país. La música de resistencia que produce el ruido metálico de sus machetes se ha escuchado en Cacahuatepec, Guerrero, donde apoyaron la lucha de los indígenas nahuas que se oponían a la construcción de la presa La Parota, que expropiaría sus tierras comunales; o en Cuernavaca, con los morelenses que enfrentaron a los empresarios de Costco para defender los murales del Casino de la Selva. Su solidaridad se hizo presente también con los habitantes de Texcoco que se opusieron a la instalación de un Wal-Mart frente a las pirámides de Teotihuacán.
Todas estas luchas locales, compartían una búsqueda de formas alternativas de desarrollo menos depredadoras y más respetuosas de la naturaleza y de la herencia histórica de los pueblos. El triunfo de Atenco fue un símbolo de que sí se puede decir No
a un modelo económico neoliberal que acumula a través de la desposesión y que excluye e ignora los intereses de las mayorías.
Si los hombres y las mujeres de Atenco, blandiendo sus machetes en el aire, se habían convertido en símbolo de la resistencia campesina, de igual manera sus caras y cuerpos ensangrentados se han convertido en los recientes siete años en símbolo de la ignominia del Estado represor que pretende tener el monopolio de la violencia en México. La campaña Recuerdo Atenco nos llama a no olvidar que el actual presidente de México, Enrique Peña Nieto, como gobernador del estado de México estaba al mando de las fuerzas policíacas que el 3 y 4 de mayo de 2006 aterrorizaron al pueblo entero, allanando casas, y deteniendo violentamente sin orden de aprensión a 207 personas, incluyendo a niños, mujeres y ancianos, con saldo final de dos muertos, un menor y un joven universitario, 20 personas heridas de gravedad, y 26 mujeres agredidas sexualmente.
Durante su campaña electoral, Peña Nieto reconoció que fue su decisión el operativo contra el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), y que en ese hecho se cometieron algunos abusos y violaciones a derechos humanos
(ver La Jornada 29 de mayo de 2012 p.31), pero argumentó que se trató de actuaciones de policías en lo individual. Su cinismo ante su responsabilidad en la cadena de mando, ante un hecho flagrante de violencia de Estado, ha despertado la indignación de las víctimas. Esta negación de la responsabilidad directa que como gobernante del estado de México tuvo Enrique Peña Nieto en la violación de los derechos humanos de los habitantes de Atenco y en específico de las mujeres, muestra también su ignorancia ante la legislación internacional en contra de la violencia hacia las mujeres que establece que: La violencia contra la mujer en situaciones de privación de la libertad en celdas policiales, prisiones, instituciones de bienestar social, centros de detención de inmigración y otras instituciones del Estado, constituyen violencia cometida por el Estado. La violencia sexual, en particular la violación, cometida contra mujeres detenidas, se considera una violación particularmente flagrante de la dignidad intrínseca de los seres humanos y de su derecho a la integridad física, y consiguientemente es considerada como una forma de tortura
(Organización de la Naciones Unidas. A/61/122/Add.1,6 de julio 2006). Es por esta razón que las 11 mujeres denunciantes ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos rechazaron el acuerdo amistoso
que les proponían los representantes del gobierno mexicano, el cual no reconocía las responsabilidades estatales en la represión de Atenco.
Recuerdo Atenco nos llama a no olvidar para que se haga justicia, pero también para recuperar la fuerza de la organización colectiva que posibilitó la cancelación del proyecto en 2002. Los peligros de despojo que conllevan los nuevos megaproyectos necesitan de nuestra memoria y nuestra resistencia. www.recuerdoatenco.org
(*) Investigadora del CIESAS, autora del libro La otra frontera: identidades múltiples en el Chiapas poscolonial