El 13 de noviembre del 2013, la policía detuvo a 5 compañeras anarquistas en Barcelona por orden de la Audiencia Nacional. Dos de ellas, Mónica y Francisco, fueron encerradas en prisión preventiva en espera de juicio, aplicándoseles la ley antiterrorista y bajo régimen FIES 3, en aislamiento. Se las acusó de la colocación de un
artefacto explosivo en la basílica de Pilar de Zaragoza. Todo ello conocido como “Caso Mateo Morral”.
Poco más de un año después, la madrugada del 16 de diciembre del 2014, los Mossos d’Esquadra irrumpieron en 14 casas particulares, centros sociales y ateneos libertarios de los barrios de Sant Andreu, Poble Sec y Gràcia en Barcelona, también en Manresa, Sabadell y Madrid. Detuvieron a 11 personas, denominando al golpe represivo como «Operación Pandora».
Esta se realizó por orden de la Audiencia Nacional, aunque la mayoría de las investigaciones fueron llevadas a cabo por los Mossos d’Esquadra. Se las acusa de pertenencia a una supuesta “organización terrorista anarquista”.
Además del envío de cartas bomba también “se las vincula”,
siempre según la policía, con los ataques con artefactos explosivos en la catedral de la Almudena en Madrid y la basílica de Pilar en Zaragoza. Hecho por el que se encuentran también acusadas y todavía en prisión preventiva Mónica y Francisco.
En un primer momento 4 de las detenidas, quedan en libertad
con cargos y 7 en prisión preventiva, bajo régimen FIES. Tras
mes y medio, el 30 de enero, el juez ordena la puesta en libertad condicional de las 7 con fianza de 3.000 euros.
Algo que todas las detenidas tienen en común es que son anarquistas. Lejos de definir quién es culpable o inocente, lejos del lenguaje del poder, tenemos bien claro que aquí lo que se persigue son las ideas y las prácticas anarquistas. En nombre de la lucha contra el terrorismo y la seguridad ciudadana, se persigue y se castiga a aquellas que luchamos contra este sistema basado en la
desigualdad y la injusticia.
Las políticas estatales cada vez más represivas, desde la ‘Ley
Mordaza’ hasta el nuevo pacto antiterrorista, intentan callar todas
aquellas que se rebelan, que no aceptan las normas, las que deciden
cruzar una frontera, defender su casa, enfrentarse cada día al orden establecido. Ante la represión nosotras decidimos responder en solidaridad con las compañeras detenidas y encausadas, y seguir
luchando en el día a día por la transformación social, pese al miedo que nos quieren provocar.
Terrorista es quien nos condena a una vida de miseria, no quien se
rebela contra ella.