La Flotilla: esperanza en diminutivo [Amador Fernández Savater]

¿De qué nos habla la emoción desatada por la Flotilla que pretende romper el bloqueo marítimo y abrir un corredor humanitario hacia Gaza?

Creo que no tanto/ no sólo tiene que ver con una ilusión o una confianza en sus posibilidades de éxito, sino con la alegría del propio intento. Lo que nos emociona (pienso) es la misma tentativa de abrir brecha, su insistencia, su perseverancia, contra la complicidad y la resignación general.

Es decir, la Flotilla no sólo funciona “allí”, sino también “aquí”. Como un rayito de esperanza. No la esperanza boba de un final feliz, ni la esperanza ingenua de un “sí se puede”, sino la esperanza (sin garantías) de lo imposible, de lo imprevisible, de lo inesperado. No nos emociona la creencia o la certeza de resultados, sino la tentativa de abrir un posible en/contra la adversidad.

Esperanza sin optimismo. Esperanza mínima, como decía Günther Anders. Esperanza en diminutivo, como la propia Flotilla. No poderosa, abstracta o totalizadora, ni tampoco grandilocuente, sino precaria, frágil, concreta, sobria, cercana.

Lo que nos emociona es acompañar, alentar, compartir esa nueva intentona, contra la impotencia general. E mpregnarnos de ello