Ramon Vila Capdevila se vino al mundo en Peguera, pueblo del Berguedà a 1.630 metros de altura. La montaña marca mucho. Ramon creció triscando por la montaña. Y trabajando duro. El contrato con la montaña es duro, rocoso. Al cumplir los 12 años la montaña firmó con él una especie de juramento. Una repentina tormenta descarga un rayo que mata a su madre y a él le quema la cara. La montaña marca mucho.

Huérfano, Ramon Vila ‘Caracremada’ se bajó a La Pobla de Lillet, a encerrarse en las jornadas de 11 horas gentileza de una burguesía que le había pillado el gusto a eso del trabajo esclavo aprendido en el Caribe. Cualquier asomo de reivindicación se resuelve con cierres patronales y despidos. Un buen día a Ramon se le hincha la indignación y hace saltar por los aires varias máquinas que han dejado en la calle a muchos compañeros. Acaba en la cárcel hasta la llegada de la II República, aprovechando el encierro para aprender a leer y escribir.

Ramon, que salió algo socarrado del sabotaje, baja a la mina en Fígols y aprende a manejar con soltura la dinamita. Los empresarios manejan con soltura el incumplimiento de acuerdos. El 19 de enero de 1932 se proclama el comunismo libertario en Fígols colgando la rojinegra del campanario y sin pegar un solo tiro. El ejemplo se extiende por el Alt Llobregat. Durará poco. Hasta que empiezan los palos, las detenciones y las deportaciones a Villa Cisneros. Ramon pasará medio año de prisión gubernativa en Manresa y Barcelona. Al salir está en las listas negras de contratación y va tirando como campesino y leñador en Berga.

Tras el golpe de Estado fascista se incorpora a la columna Tierra y Libertad para ir al frente hasta la militarización de las milicias, cuando decide volver a las minas colectivizadas de Fígols. Allí permanece hasta el final de la guerra, cuando toca cruzar los Pirineos y la hospitalidad francesa le depara estancias en los campos de concentración de Saint Cyprien y Argelès. Hospitalidad que declina para volver a echarse al monte.

Ramon Vila Capdevila ‘Caracremada’, o ‘Pasoslargos’ por su facilidad y rapidez para moverse por la montaña, se incorporará a la Resistencia como un precioso engranaje de las redes de evasión Buckmaster y Menessier. Ramon Vila es el capitan Raymond que lleva de cabeza a las fuerzas de ocupación nazis en los sabotajes y acciones de combate en los bosques de Rochechouart y Royan y en la pointe de Grave.

Acabada la II Guerra Mundial, el gobierno francés tiene a Ramon en consideración de héroe nacional y le conceden la Legión de Honor. ‘Caracremada’ no cree demasiado en medallas, naciones y héroes, les invita a pasarse la condecoración por donde la hospitalidad y se vuelve a las montañas, a ser libre decidiendo por lo que está dispuesto a dejarse la piel, como ha hecho siempre. Le esperan 18 de años de libertad en un país al que a día de hoy aún le cuesta reconocerla.

Sabotajes, transportes, enfrentamientos a tiros con la Guardia Civil, detenciones y cárcel en Francia, atracos, la oscura muerte de la súbdita británica Dora Phoebe Peck en un incidente en la collada de Tosses, compañeros caídos… Ramon Vila Capdevila mantiene su pacto con la montaña y una y otra vez se escabulle de las patrullas que mandan a por él y derriba torres de alta tensión por aquí y por allá, su manera de cargar contra molinos de viento. El pacto de mantiene hasta la medianoche del 7 de agosto de 1963, hoy hace 55 años, y lo rompe la luna iluminando el rastro que trazan las balas de la Guardia Civil.

El cuerpo de Ramon Vila Capdevila fue enterrado de cualquier manera fuera del cementerio de Castellnou de Bages. Una reforma de ampliación del cementerio acabó acogiéndolo, aunque él siempre prefirió el reposo de la hojarasca de la montaña.