Es un proceso mundial, es sistémico. El capitalismo se radicaliza y necesita de todas las fuerzas del orden, sabe que cualquier conquista social puede ponerle en cuestión y utiliza todos los medios a su favor. Asoman la cabeza con más fuerza que nunca el patriarcado, el racismo, la explotación. Las fuerzas de extrema derecha con más fuerza en las instituciones, los medios y en la sociedad. Los cambios se van eliminando a favor de la reacción.
Los intentos de nuevas formas de hacer política desde la izquierda y en las instituciones van mostrando su agotamiento, cuando no su fracaso. Las formas partidarias e institucionales imponen sus condiciones. El sistema se blinda y parece que inevitablemente derrota cualquier posibilidad de cambio.
También es cierto que la lucha fuera de las instituciones tiene serios problemas para mantenerse y estar a la altura de la circunstancias: faltan medios, ideas, manos y corazones. La gente va echando la culpa unos a otras, sin romper ese círculo infernal, desgastante, desanimador. Las que hay que siguen poco a poco, sin parar, sin despertar expectativas, organizándose, resistiendo y defendiendo derechos y espacios
Mientras el rodillo del sistema no para. Desahucia, despide, deslocaliza, reprime, multa, golpea. Quienes se presentan a las elecciones, piden nuestro voto, normalmente culpan a los otros de sus fracasos. Es cierto que reciben todos los ataques posibles, por todos los medios a su alcance pero no hay balances de pros y contras. Siempre la culpa es de los otros, de los abstencionistas, que en muchos casos han sido votantes y dejan de serlo por responsabilidad de quien le dicen representar. El espectáculo de alianzas, purgas, venganzas, ambiciones es bochornoso y quita el ánimo a cualquiera.
Así tenemos el panorama y la única manera de revertirlo es que cada cual, desde su responsabilidad haga lo que esté en su mano por ayudar. Organizándose, reaccionando, luchando y resistiendo. Con buen ánimo, poniendo el ejemplo por delante. Sin estar echando la bronca a todo el que se mueve de forma diferente a la suya. Juntándonos siempre que se pueda y marcando distancia cuando se crea conveniente. Sin chulería y arrogancia, de forma clara.
Son malos tiempos que nos obligarán a repensar, a movernos, a defendernos y a construir. Sin perder el sentido. Hay muchas reacciones de gente y movimientos que ya lo están haciendo y lo están haciendo bastante bien. Son lo que dan ánimo y empujan al resto a movernos. Donde hay opresión hay siempre resistencia.