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Sobre las violencias

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El dominio siempre se expresa con violencia sea simbólica o física. El estado tiene el monopolio de la violencia armada pero el uso de la violencia se ejerce de parte de todo aquel que necesita dominar o explotar a alguien, se ejerce desde el privilegio y aquí no hay monopolio que valga. Si lo hay para el fuerte y para los que tienen la verdad absoluta, estos la ejercerán siempre que la necesiten y lo harán también los de abajo contra “los otros”, contra las mujeres, contra las migrantes, contra a las niñas y los niños, contra los viejos, contra los animales. Contra todas las personas que vayan a contracorriente, se salgan de la norma o simplemente no se sometan.

Siempre la violencia del estado será la más fuerte, la más descarnada pero se presentará como necesaria para mantener el orden y las libertades, se ejercerá para liberarnos de nosotros mismos y necesitará del miedo, miedo real para que nosotros la necesitemos y la demandemos. Usará todos los medios que tenga, ya sea directamente o dejando hacer, necesitará del caos y del desorden y cuando practiquemos formas alternativas de orden mediante el acuerdo común sin necesidad de jueces, profesionales o polícías, las combatirá desacreditándolas. Por eso es tan importante en una lucha tan desigual que nuestras acciones sean eficaces a la vez que ejemplificadoras, no pueden basarse en la violencia, en la imposición, no podemos usar los medios del estado para acercarnos a la libertad. Ya conocemos las experiencias históricas y recientes para saber cuales son los caminos que no hay que transitar y no es poca cosa.

Hay que probar otros, algunos ya se han intentado y han funcionado, nos pueden inspirar pero otros hay que inventarlos, hay que experimentarlos. La gente ha de saber que tiene que organizarse, que tiene que defenderse, que tiene que construir pero tenemos que hacerlo de forma que se vea que hay otras maneras, lejos del miedo, de la imposición, o de la admiración a un líder, a una idea, a un grupo, a una identidad o por la fuerza. Hay que cuestionarlas, otras hay que disolverlas para que no haya imposición sino construcción en común.

O se refuerza el estado y todos sus aparatos y con ella violencia y la represión o construimos otras maneras en las que vayamos demostrando que es mejor así. Contra el autoritarismo para acabar con todas las violencias, para defendernos de ellas, para afrontar la inseguridad y el miedo, para construir una vida digna sin repetir o copiar lo que no nos libera y no nos gusta.

Cada día tenemos ejemplos, la muerte de un joven refugiado sirio por toda una serie de actuaciones, protocolos, fallos e irresponsabilidades. La muerte de Lily, responsabilidad de la violencia de unos y la dejadez de otros usada de forma indigna para atacar o defender otros intereses menos el de la justicia. Las actuaciones policiales y judiciales tan efectivas, rápidas y contundentes frente a desahucios y protestas cuando es necesario defender intereses de los poderosos tanto como lentas o inexistentes cuando se trata de los derechos de la gente común y corriente.

Las luchas por el poder, las luchas por imponer su verdad, no pueden ser la prioridad, en un barrio, como es el Raval , un barrio irrepresentable, que cuando hay que moverse por un derecho o frente a un abuso común, lo hace . Una gente que ha demostrado frente a todos los que han vaticinado lo contrario, que a pesar de todos los problemas, vive y convive diariamente, practica el apoyo mutuo y lucha en medio de unas condiciones dramáticas y difíciles sin perder el sentido. Hace que valga la pena formar parte de él, hace que valga la pena luchar, a pesar de tantos problemas, sinsabores y frustraciones.

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