Quizás los acontecimientos nos desbordaron y no supimos hacerles frente, quizás no estábamos acostumbrados a esos grados de violencia entre gente cercana aunque pagamos las consecuencias.
Cuando se piensa sobre lo sucedido con distancia y sin la urgencia de responder, se ven más cosas. Los cambios son imparables al margen de la voluntad de cada cual. El caso es que estamos má débiles, más cansados pero estamos ahí, responsables de nuestros actos, de nuestros aciertos y errores e intentando aguantar y resistir a pesar de los pocos medios, de las dificultades de ser autónomos, de depender de nuestra gente y de nuestras posibilidades, sudadas en cada esfuerzo.
Otros espacios se abren, otras personas y colectivos intervienen, a veces a las bravas. Ahí están haciendo las cosas a su manera, con sus objetivos, propios. A veces nos entendemos, otras sin entendernos, colaboramos y a veces nos distanciamos e incluso nos confrontamos.
Y vamos quedando más apartados, tozudas en nuestras maneras, resistiendo a las instituciones, al poder de los mercados, estirando nuestras vidas y nuestros medios. En cinco años, por poner un tiempo, muchas cosas han cambiado en el barrio y en el mundo. Pensamos que a pesar de todo ese espíritu rebelde y libertario sigue vivo y se manifiesta cuando tiene oportunidad.
Mientras tanto, partidos políticos, fundaciones y ong’s, instituciones, grupos de presión, esos si con medios e intereses claros, están más fuertes, activos y sacando beneficio inmediato de nuestras vidas y nuestros territorios.
No estamos aquí para representar a nadie, para ser alguien, reconocidos para negociar las mejoras mientras todo siga igual. Para triunfar en las redes sociales y en los medios. Estamos aquí para agitar y agitarnos, para activar y activarnos, para cuestionr y cuestionarnos. Para conquistar mejoras, cambiando el sistema.
A la mínima que asomamos la cabeza, la reacción no nos soporta, nos reprime, lo quieren todo controlado y en orden, tienes que entrar en el juego. Y no es fácil mantenerse al margen sin quedarse fuera de todo, de la gente o como una gloria del pasado.
Ánimos para quienes lucha sin esperar recompensas, cargos, sueldos o reconocimiento. A la gente que no promete nada sino acompañar para que se pueda. A esa que siempre está ahí, que hace los cambios posibles y paga las consecuencias, beneficiándose poco, salvo cuando es beneficio para todas.
No será fácil y ha de valer la pena, sino, no es viable. Salud.