Los detalles, los afectos, escuchar, respetar y lo que se hace define más que discursos y principios
Hablando de situaciones entre nosotros, cuando actuamos juntos pero es extensible a la relación con los demás, hay momentos en que se pierden los nervios, gritamos y nos enfadamos para afrontar problemas y conflictos y no hay nada peor para hacerlo, no funciona, solo manifiesta el enfado y el otro siente el reproche y poco más.
Intentar vivir, organizarse y hacer las cosas más cotidianas sin delegar, de forma autogestionaria, en la que las decisiones y los compromisos se toman en común y cada cual aporta lo que decide y recibe según se pueda o necesite, sin que mande la autoridad y ponga orden la policía no es nada fácil. Ya solo pensarlo da vértigo así que probarlo da muchos problemas y para eso no es suficiente un pequeño grupo de amigos, de afines con los que se está de acuerdo en casi todo, por lo menos aparentemente sino que hay que hacerlo con quien tienes al lado y al lado hay de todo, al lado es el barrio, la ciudad, el mundo, la familia, el trabajo, los y las compañeras….
En las que parezca que el que está al lado está dispuesto a darlo todo y en realidad está dispuesto a conseguir todo lo que pueda para él o ella y lo suyos y después cada cual que se apañe. Esa realidad en la que mucha gente está en una carrera para pedir las soluciones en base a más policía, mayores condenas, más cárceles, más ley y orden. En las que el mundo nos hace estar en competencia entre nosotros mismos, sobre todo con los que están más abajo para defender lo poco que nos van dejando y en los que la lucha por derechos para todos es cuestión de buenistas y hipis trasnochados y aquí lo más importante es pasarlo lo mejor posible, enmarronarte lo menos posible y vivir al día entre los míos (entiéndase por míos todo lo que cualquiera puede imaginar).
En la calle esto pasa y así nos va, también pasa aunque se vea menos, lo contrario quienes entienden que sola no se puede ni se debe, que es mejor en común y ponerse en común puede ser muy difícil si uno no escucha, aprende, comparte, se rebela y sonríe. Nos toca defendernos continuamente sin pelearnos con quienes hay que buscar juntarse (cuando hay que pelear con quien nos oprime, hay que hacerlo bien).
Es pesado pensar continuamente, tener que cambiar de criterios asumidos desde mucho, luchar entre pocos mucho, sin respiro pero hay que hacerlo con ganas e ilusión. Cada día se manifiestan los dos procesos a la vez, el miedo y la impotencia, el desánimo junto con la alegría, la fuerza y el placer de estar juntos, de vivir de otra manera y de frenar y a veces ganar a las bestias.
Hay que rotar, hay que descansar, hay que ir haciendo cosas diferentes, si puede ser todas rebeldes para alegrarse, contagiar y avanzar. Y hemos de dotarnos de redes, mecanismos, instrumentos y formas de organizarnos en todo el mundo, desde la calle al planeta y cuanto más horizontales mejor. Ahí es nada. En el mundo algunas veces se ha hecho y ha funcionado.