(fotografía tomada en el Carrer Sant Pau / 24 abril 2013) Jorge López

Del 23 al 27 de abril se ha realizado en las instalaciones que tiene la Filmoteca de Catalunya en el barrio Xino el congreso de la FIAF (Federación Internacional de Archivos Fílmicos). De ahí que haya sido muy fácil ver estos días en el hall de la Filmo personas venidas de todos los rincones del mundo –muchos de ellos responsables de filmotecas de otros países-, personalidades destacadas del mundo de la cultura y, claro está, políticos. Como podéis suponer, para mantener ocultas las sombras de la instalación de la Filmo en la “illa Robador” y para evitar cualquier “escándalo” que diese una imagen de la ciudad diferente a la de la “postal” que se quiere mostrar al visitante, se ha incrementado la presencia policial en el barrio y se ha aplicado con celo las represivas “ordenanzas cívicas”.

Pero como es imposible ponerle puertas a la libertad de expresión y al deseo recalcitrante de los oprimidos a la hora de protestar contra las injusticias, las paredes de las calles aledañas a la Filmoteca han aparecido llenas de carteles no previstos por las autoridades. Sé que en tales carteles hay mucho de pedagogía irónica y de crítica inteligente contra todos aquellos que quieren permanecer sordos, ciegos y mudos ante lo que se ha perpetrado y se perpetra en el barrio contra las gentes más desfavorecidas, pero esos carteles clandestinos en los que, a pesar de todo, un grupo de personas del Xino da la bienvenida a su barrio a todos aquellos que acudimos a la Filmo me han parecido de una generosidad, una belleza y una altura moral que nunca tendrán las autoridades y los mercaderes que pretenden arrebatar a los vecinos tradicionales del Xino el espacio donde han vivido toda la vida –como pretenden robarnos también a todos nosotros, por cierto, nuestro derecho a vivir, disfrutar, expresarnos y manifestarnos en la ciudad.

Porque, sí, el Raval, el Xino, ha sido habitado durante más de cien años por gentes de extracción humilde y popular, algunas –conocido es- con formas de vida situadas al margen, gentes, en todo caso, que estaban allí mucho antes de que se instalaran el CCCB, el MACBA, la UB o “mi” Filmoteca, y, sobre todo, mucho antes de que toda una caterva de chorizos y corruptos de guante blanco intentasen ocultar, disimular o justificar sus pingües negocios especulativos en el barrio –que tantas expropiaciones forzosas, desahucios y casos de mobbing inmobiliario han provocado- con la excusa de la “dignificación” del centro de la ciudad y con la construcción de pomposos y faraónicos equipamientos culturales de aspecto supuestamente cosmopolita.