Especialmente para el próximo regidor de Ciutat Vella: Albert Batlle

Siguen estando en la boca de todos pero nunca se les escucha, se las juzga, se las defines, se las condena y en el mejor de los casos se las quiere corregir. Nosotros las conocemos, son nuestras vecinas, luchamos juntas parando desahucios, haciendo frente al patriarcado. Nos regalan vermút y comidas. Nos han enseñado a luchar contra la trata de personas, contra la represión, contra el capitalismo y a entender y a escuchar a la gente de abajo, a los llamados marginales.

Hemos aprendido mucho de ellas, posiblemente más que ellas de nosotras. Nos da mucho coraje las descalificaciones que sufren desde algunos sectores del feminismo, del anarquismo y anarcosindicalismo organizado. Como si tuvieran que pedir permiso para ser reconocidas.

No es un debate de ahora, es desde siempre y son muchas las historias en las que las prostitutas han participado de las luchas y huelgas contras las subidas de alquileres, contra la represión, negándose a follar (huelga de sexo) con militares asesinos que ejecutaron a los trabajadores, participando de la revolución social.

Todo se puede hablar, quien sabe si tendrá la razón pero en ningún caso saldrá del silencio, del ninguneo, del desprecio a las putas. Las llamamos así porque así se hacen llamar. Somos de los que pensamos que han aportado y aportan mucho a que nuestro barrio avance, sea mejor y eso hace que el mundo también sea algo mejor.

Pagan un alto precio por ser quienes son, multas, represión, maltrato y muerte. Son las que mejor saben defenderse entre si y tienen propuestas para construir el mundo. Hay que escuchar a las putas.