El Raval en boca de todos, aquí se juega mucho poder, los vecinos pagamos el precio
Siempre se ha dicho que la lucha por el poder en Barcelona pasa por ganar en el Raval. Por aquí pasaron los futuros alcaldes de la ciudad junto con las luchas por los derechos de la gente, aquí han estado siempre en conflicto las dos Barcelonas, la de arriba (la del orden, los privilegios y la moral cristiana) frente a la de abajo, el pueblo organizado y la gente explotada y así sigue.
No hay día que esto no se manifieste y cada vez con más intensidad y esa lucha se acrecienta por ver quien domina, si el orden y la ley o la justicia y los derechos. Y parece que últimamente toma ventaja el orden y la ley. No sobran conflictos el malestar es cada vez más visible, la vida va a peor y el objetivo y las consecuencias son claras: degradar el territorio, abaratar los precios de la vivienda, comprar y vender especulando expulsando a la gente que vivimos aquí.
Siempre ha ocurrido así de diferentes maneras, solo se ha podido frenar cuando la gente ha estado organizada y ha obligado a las administraciones y todo tipo de oligarquias y mafias a respetar al vecindario. Cuando no es así la impunidad y la brutalidad campan a sus anchas.
Es un momento muy difícil, el asalto a las instituciones de la nueva política rápidamente ha mostrado sus insuficiencias al estar en minoría, por sus propios errores muy poco reconocidos y por una ofensiva por parte de los desalojados del poder por volver y eliminar cualquier posibilidad de alternativas desde arriba. Por abajo mucha gente esperó cambios en su vida diaria que no se han dado y culpa al nuevo ayuntamiento de su malestar y no le falta razón. El objetivo en cualquier caso es echarlo del poder para que vuelvan los de antes, los que pusieron los cimientos para que todo esto funcionara o los que parecen nuevos para que todo siga igual.
A la vez esta situación de crisis ha hecho aparecer un montón de movimientos de base, por calles, por comunidades, por intereses con un malestar común, queremos vivir en el barrio y queremos hacerlo en unas condiciones vivibles. Con dificultades van desarrollándose, son asambleas que hablan de todo y donde todo sale, los diferentes espacios del Raval ahí están presentes, a veces se ponen en común, otras es imposible pues son visiones contrapuestas y en conflicto y a la que entran intereses partidarios estallan. A la que alguien quiere dominar e imponer porque piensa que tiene la verdad o cree que necesitamos que alguien nos guie en nuestro camino hacia la libertad, la cosa estalla.
Se simplifican dos opciones generales con muchos matices, la que opta por más policía, más orden, más dureza y menos tonterías y la que prioriza afrontar los problemas sin perder el sentido. Entre estas dos hay muchos tonos y puntos en común y muchas diferencias.
Nosotros optamos por la segunda, la opción policial ya la conocemos y acabamos sufriéndola, nuestra experiencia es que ha de intervenir cuando la gente lo exige y no se le puede dar autonomía pues se impone y reprime. Sabemos como la ley y el orden intervienen para la propiedad con toda rapidez y cuando se trata de la gente común siempre tarda o se inhibe. No podemos olvidar el caso de Juan Andrés que hoy cumple 5 años y las intervenciones de las diversas policías en el barrio con tintes racistas y discriminatorios.
No bastan discursos ni buena voluntad, hay que actuar frente a los desahucios, frente a las injusticias, la gente se organiza y se defiende frente a quien se adueña del espacio público y lo privatiza o hace suyo, sean los que trapichean , sean las terrazas o todo tipo de negocios. No es justo ni ayuda a resolver los problema cargar la culpa sobre los más vulnerables, los más indefensos. Así los grandes no solo se libran de culpa sino que hasta pueden aparecer como aliados.
Hay que exigir soluciones, hay que mover el culo y no es nada fácil, tienen a su favor la ley, el orden y la fuerza. Todo pinta mal sino somos capaces de juntarnos, luchar con inteligencia y entendernos. Si no es así, acabarán echándonos a todos.