Dos citaciones judiciales por luchar contra los narcopisos
El gestor inmobiliario Aliseda, mediante los Mossos d’Esquadra, presenta acusación por delitos de usurpación contra dos vecinas del Raval que habían colaborado en asegurar un exnarcopiso tras una actuación de los Mossos. Diversas vecinas del barrio tuvieron que encargarse de cerrar puertas y ventanas ya que mediante llamada telefónica de los Mossos, Aliseda aseveró que “no podían enviar a nadie”, que “mañana lo harían”. Se sucedieron los días, y en diversas ocasiones las mismas vecinas de la finca y del barrio tuvieron que volver a reparar los accesos al local, dada la insistencia de los traficantes y el abandono de Aliseda. La respuesta de Aliseda ha sido, además del menosprecio y la irresponsabilidad, la imputación judicial de dos vecinas del local colindante que, pese a las amenazas verbales y físicas a las que se han expuesto, no estaban dispuestas a que el local quedara nuevamente vacío y a libre disposición de las mafias.
En el día de ayer, los Mossos d’Esquadra y representantes de Aliseda (a su vez en representación de Blackstone) acudieron alrededor de las 9 de la mañana a la calle Riereta, para efectuar el desalojo del local 2 del nº1ter. Una vez más, el poder del Estado le devuelve un espacio a los especuladores, que rápidamente han mandado tapiarlo, a pesar de los problemas que afectan al local. Lo sucedido en su interior los últimos años es un caso ejemplar sobre la problemática en el Raval.
Durante el verano del 2017, las vecinas de la calle Riereta, hartas de la gran cantidad de narcopisos en una pequeña zona (Riereta 1ter, 3 y 5, Vistalegre 4 y 11, entre otros unos cuantos números más allá), de las peleas constantes, amenazas e intimidación, deciden autoorganizarse, hacer caceroladas, concentraciones y plantar cara a la problemática por ellas mismas. La inoperancia de las instituciones en todos sus niveles es tal que, aunque el primer narcopiso data de 2010, ni Ajuntament, ni Generalitat habían planteado ningún tipo de acción durante estos años.
Debido a la presión de las protestas, los traficantes abandonan el local del 1ter, donde pasa a alojarse un vecino del barrio previamente desahuciado de su vivienda. Al poco tiempo, le reclaman que les devuelva el local, pero gracias al apoyo vecinal organizado se consigue por primera vez que desistan. Esta acción amplia el foco dentro de los movimientos vecinales sobre cómo están afectando al Raval los narcopisos: la problemática tiene un espectro que va más allá de las carencias de equipamientos para la reducción de daños y los hábitos de consumo, y su fundamento es el de la gentrificación. Asumiendo esto, se comenzará a plantear la necesidad de romper la rueda de la especulación, poniendo el énfasis en que las viviendas vacías y la degradación de las condiciones de vida son la causa de las múltiples problemáticas entorno los narcopisos.
En otoño de 2017, aún sin ningún plan desde las instituciones, desde Acció Raval se comienzan a promover las okupaciones de antiguos narcopisos, para dar respuesta a parte de esta problemática polifacética. Entre ellas, se realizarán varias, tanto en la calle Vistalegre como Riereta, dando un vuelco en una semana al día a día de estas calles.
Durante el próximo año y medio se irán sucediendo diversas okupaciones de narcopisos y exnarcopisos, ante la más absoluta indiferencia de bancos y fondos de inversión por los problemas derivados de su irresponsabilidad e inacción, y cuyo acto de presencia acostumbra a ser mediante los juzgados una vez reside una familia. Aún a día de hoy poco les importa a los grandes tenedores que en su propiedad haya un narcopiso, pero la hemeroteca está llena de casos en que acuden prestos cuando entra a vivir una familia. Pero volvamos al caso que nos atañe.
A finales de la primavera de 2019, tras un proceso judicial, la propiedad del local de Riereta 1ter llega a un acuerdo con el vecino que residía en él, de manera que retirará los cargos a cambio de que se marche, propuesta a la que accede.
Tres semanas después, en las postrimerías de junio, de que el local quedara vacío, y sin ningún tipo de comparecencia por parte de la propiedad, los traficantes ya habían recuperado, gracias a Aliseda, el local que las vecinas habían conseguido mantener. Lo que sigue, como en tantos otros narcopisos, no es nada nuevo: ruidos, amenazas, portales rotos, entradas en viviendas colindantes, etc.
Tras varios meses de presión vecinal, los Mossos llevan a cabo el desalojo la tarde del 30 de octubre de 2019. A menudo ha sucedido que los propietarios no aparezcan o no se les logre contactar, y si lo hacen las medidas que tomen sea poco más que tapiar y desentenderse. Sin embargo, en este caso, tanto en conversación con los Mossos como con el presidente de la finca aseguraron que “no podían mandar a nadie en ese momento” de manera que “lo harían mañana”, y que se encargaran los vecinos de cerrarlo.
Diversos vecinos tomaron la decisión de que, ante el obvio problema que suponía que quedara abierto, cerrarían el local ellos mismos, y que al día siguiente, cuando apareciera la propiedad, se le reprocharía su actitud. No hubo tal reproche al día siguiente, ya que no apareció ningún representante de la propiedad hasta pasado un mes.
Entretanto, la mañana del 2 de noviembre una ventana aparece rota y abierta, y a pesar de que hay vecinos que llaman a Mossos, estos no llevan a cabo ningún requerimiento a la propiedad, y han de ser los propios vecinos los que nuevamente se encarguen de asegurar los accesos. Dada la incompetencia certificada de la propiedad y su gestor, Aliseda, se decide que el local pasará a ser gestionado por vecinas del barrio, y se coloca una pancarta con el texto “Espai Veïnal Alliberat”.
Las propias vecinas se encargan de vaciar y limpiar, gestionar el arreglo de la bajante del edificio que tras meses estaba causando problemas de humedad incluso a la finca colindante (problema del cual no se encargó Aliseda cuando tuvo acceso al local, ni tampoco una vez se le instó a arreglarlo), y hasta el día de ayer, se estaba esbozando cómo dar vida un proyecto comunitario en el barrio, que albergara un taller abierto de carpintería, salas de reuniones, biblioteca, entre otros. En más de una ocasión, tuvieron que efectuar nuevas reparaciones en los accesos, pues en diversas ocasiones los traficantes trataron de recuperar el local.
Finalmente, el día de ayer, una vez la propiedad había accedido al local por la intervención de Mossos, dos vecinas pidieron sacar el material del taller de carpintería que ya se encontraba en el local, para que quienes habían aportado estos materiales, no lo perdieran. En ese momento, los Mossos exigen a las vecinas que se identifiquen, y una vez identificadas les anuncian que les van a dar también una citación judicial, acusándolas de usurpación. Posteriormente, también identificarán a cuatro vecinas más, quienes habían acudido a ayudar a trasladar el material.
Entendemos que esta demanda judicial es un ataque desde las instituciones a la autoorganización vecinal, que día a día, a pie de calle y poniendo el cuerpo lucha para hacer del Raval un lugar donde poder vivir en libertad. Se recrudece la lucha contra los narcopisos, pues se suma a la amenaza de las mafias, la amenaza de los juzgados y de los poderes institucionales, de los poderes del Estado, que a golpe de macrooperativo se ven incapaces de solucionar nada: en el último mes y medio el número de narcopisos ha ascendido de 9 a 35; e intentan golpear a quienes plantean alternativas.
Por su ineptitud, atacan a quienes apuestan por no permitir que las mafias de la especulación inmobiliaria hagan y deshagan a su antojo, como si quienes viven en el Raval fueran piezas intercambiables o un mero estorbo en su tablero. Por su torpeza, creen que nos asustarán, que nos infundirán miedo, que nos veremos paralizados, sin poder reaccionar. Por su ignorancia, fruto de una vida de sumisión, creen que estaremos solas.
Pese a la gran presión que nos imponen y los conflictos que surgen en el día a día, las redes de apoyo mutuo, de solidaridad, autogestionarias y autónomas no paran de crecer, buscando alternativas al desorden y la represión sistemática institucionales.