Desde la Red Tras la Manta hemos visto cómo, durante los últimos días, ha aumentado la represión a nuestros compañeros del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes. El compañero Ndiaw Diakhompa fue hospitalizado e intervenido quirúrgicamente por la pierna que le rompió la Guardia Urbana de Barcelona el viernes pasado. Issa Seye, tras sufrir un montaje policial escandaloso, actualmente se encuentra en el Centro de Internamiento de Extranjeros de Barcelona, ciudad que supuestamente busca cerrar esta institución racista. Y hoy Lamine Sarr, portavoz del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes, fue detenido junto a seis compañeros en una operación de los Mossos d’Esquadra.
Vista la agresividad con la que la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Barcelona están persiguiendo a los trabajadores más desposeídos, tanto en términos materiales como en materia de derechos, se podría pensar que el mayor problema de este país y de esta ciudad es que unos trabajadores parados vendan bolsos de manera informal. Y que lo hagan no para lucrarse, como hacen los ricos que defraudan a hacienda, sino para pagar un modesto alquiler.
Sin embargo, sabemos que el principal problema de nuestra ciudad, y sobre todo para los vecinos de Ciutat Vella, es el monocultivo intensivo del turismo. Las protestas en los balcones, las manifestaciones, las campañas y las quejas son, desde hace años, contra la masificación turística y no contra los manteros. Lamentamos que se utilicen a los vecinos, incluidos aquéllos que trabajan en la venta ambulante, como excusa para actuar a la orden de los grandes empresarios que se disfrazan de pequeño comercio, de los partidos de derechas y de los medios reaccionarios.
En esta ciudad hay muchos vecinos que llegaron a este país en patera o que pasaron por CIEs. Algunos de ellos ahora sobreviven gracias a la venta ambulante. La política de acoso municipal alimenta el peligro de ingresar en el CIE y el riesgo de deportación. Se acumulan multas y juicios por venta, y con ellos unos antecedentes policiales que impiden o dificultan la obtención o la renovación de los permisos de residencia.
La frontera no sólo separa. No sólo asesina. También criminaliza. Hoy, mientras se instala un contador de las muertes en la frontera Mediterránea, es importante recordar que las fronteras que excluyen a las personas migrantes también están en las Ramblas de Barcelona, en la Plaza Cataluña y en la Barceloneta. Obviar esto es obviar que los problemas del racismo institucionalizado van mucho más allá de las políticas migratorias. Este racismo requiere conciencia, valentía y voluntad política, no solo de parte de las instituciones, sino del conjunto de la sociedad.
Hasta ahora, el Ayuntamiento ha hecho gestos grandilocuentes en apoyo a los derechos de las personas migradas y solicitantes de asilo, principalmente en temas que no son de su competencia. Mientras tanto, destina dinero público municipal a una campaña que criminaliza a los vendedores ambulantes y dedica la mayoría de la Guardia Urbana de Ciutat Vella a perseguir manteros.
Desde la Red Tras la Manta consideramos que el producto falsificado que más nos ha decepcionado es el cambio que pretenden vender tanto la Generalitat de Catalunya como el Ayuntamiento de Barcelona.
Red Tras la Manta, 28 de julio 2016.