A 50 años del asesinato de Salvador Puig Antich, la historia del MIL, despojada de mitos y tergiversaciones, sorprenderá a muchas por la radicalidad y la profundidad de su propuesta política.
Era radical, pues desechaba todo aquello que no se encaminara a la revolución. Y era profunda, pues surgía de un proceso de análisis forjado en la lucha obrera y en el debate con otros grupos, no exento de contradicciones. En aprendizaje constante y urgente.
Una de sus tareas principales fue la creación de la Biblioteca Socialista y las Ediciones Mayo 37, mediante las cuales publicaron textos revolucionarios, impresos en maquinaria expropiada y distribuidos clandestinamente en el movimiento obrero.
La agitación armada, la cual teorizaron diferenciándose de los sectores especializados, militarizados y desconectados del movimiento real, debía extenderse propugnando la multiplicación de grupos autónomos. De ahí el 1000, un número sin siglas en sus orígenes.
El MIL no nace con vocación de vanguardia sino de apoyo y agudización de aquellos conflictos ya existentes. Rechaza la dirección del partido y del sindicato, así como evita toda etiqueta política sectaria. Es una herramienta para la revolución comunista.
Sus integrantes comprendían el franquismo como la expresión histórica circunstancial del capitalismo en este país y en aquel período. Por ello, su horizonte no se agotaba en el próximo advenimiento de una democracia burguesa.
Por todo esto, el MIL resultó incómodo a muchos, pero tuvo mayor impacto del que se le quiso reconocer. De ahí los intentos de apropiación y banalización de la figura de Salvador Puig Antich y su recuerdo.
Jornades 50 anys de l’assassinat de Puig Antich. 50 anys d’impunitat