Soy un músico callejero del barrio del Gòtic, Barcelona. Durante 13 años, me he ganado la vida tocando en calles y plazas. La gente disfruta de mi música, lo cual está demostrado por sus donaciones, mi principal sustento económico para vivir. Sin embargo, llevo una carga de 8.000€ en multas impuestas por el ayuntamiento que ya no puedo pagar y se han ido acumulando.
El colectivo de músicos callejeros ha sido perseguido y expulsado de las calles (nuestro entorno laboral) con multas exorbitantes, confiscación de instrumentos y dinero. Pedimos que se detenga esta persecución injusta y se anule todas las multas impuestas desde 2005.
Además, exigimos la derogación de la ordenanza que permite estas sanciones desmedidas. Como ciudadanos contribuimos a nuestra sociedad aportando alegría con nuestra música; deberíamos ser valorados en lugar de reprimidos.
Contamos con el apoyo de vecinos, asociaciones y comercios locales quienes reconocen nuestro valor cultural e impacto positivo en la comunidad.
Por todo ello pedimos al Ayuntamiento que cese su persecución contra nosotros los músicos callejeros y reconozca nuestro derecho a trabajar libremente sin miedo a represalias o sanciones injustificadas.